sábado, 18 de junio de 2016

Homenaje a Jorge Luis Borges, un emblema de la literatura fantástica


María Gabriela Caminos
  
 Jorge Luis Borges en Paris, Francia, 1978. Foto: Daniel Simon//Getty Images

Recuerdo que en un  Seminario de Estudios Culturales, hace muchos años, el doctor Arturo Firpo expresó que el siglo XX era el siglo de Kafka, que nos ha dejado varias de las imágenes, de las metáforas más contundentes de este tiempo; si bien, Kafka no agota absolutamente el siglo, sino que le da la mano a otro importante escritor, que toma la influencia de Kafka y la trasciende, enriqueciendo con su obra este nuevo siglo: Jorge Luis Borges.

De acuerdo con mi profesor, Borges inaugura otra visión del hombre y del mundo, mucho menos trágica que la de Kafka, una noción de la de la verdad y de la historia que nos coloca en la perspectiva de una cultura futura, de una cultura que quizá aparece mucho más propensa, mucho más proclive  a ir asimilando lentamente la obra de este escritor.

Desde aquel entonces, no he dejado de preguntarme si estamos preparados para el desenmascaramiento a que nos obliga la literatura de Borges.
14 de Junio de 1986
Hoy murió Borges
Dijeron las letras de los diarios
Que el viento capturó e hizo sonatas
Los ojos de los tigres centellearon
Con la irreverente claridad
Que acecha en el vacío
Algunos lloraron en sueños
Otros soñaron sueños como el mío
Y lo saludaron al pasar
Adiós maestro adiós
Hasta otro sueño el mismo
Mil espadas hirieron las estrellas
Y todos los espejos de la tierra
Le devolvieron al amor
La identidad perdida
Y se izaron banderas en galaxias lejanas
Pero aquí prosiguieron las protestas de los simios
Hoy murió Borges
Pero la eternidad tal vez es cierta
Como el final del laberinto. (MGC)

Curiosamente, no han sido pocos los críticos que lo han acusado de gratuidad y falta de compromiso, entre otras cosas, quizás por ser un autor de literatura fantástica.  Permítanme refutar esta postura diciendo que  el arte moderno y la literatura de nuestro tiempo que, en relación directa con las vanguardias, no apelan al realismo sino que encuentran en la construcción de lo fantástico su modo de representación, no constituyen, en modo alguno, un modelo de negación de la experiencia real sino que aluden a la realidad de un modo distinto.

Así, mediante procedimientos de exasperación, alegorías, escándalos lógicos, absurdo, aportan una visión crítica de lo social, por lo cual, lejos de constituir una huida de lo humano, el arte y las letras modernos representan el lugar de la denuncia, de la advertencia sobre lo que nos está deshumanizando.

En su obra Borges, un escritor de las orillas, Beatriz Sarlo escribe que los temas fantásticos de este escritor-crítico y cuentista-filosófico, a la vez cosmopolita y profundamente nacional, son la arquitectura con la que organiza dilemas filosóficos e ideológicos, utilizando como recursos la parodia, la ironía, las formas matrices de los laberintos, las imágenes en abismo, las duplicaciones, los reflejos y los falsos reflejos, la paradoja, la cita, la versión, la repetición con variaciones de historias que no le pertenecen, la combinatoria gobernada por la idea de que la literatura es un solo texto infinitamente variable.

En una conferencia que Borges pronunció en Montevideo en 1949, delineó los fundamentos de la literatura fantástica, expresando que la aserción popular presenta a la literatura fantástica como una especie de “capricho contemporáneo” y sostiene que la verdadera literatura es la de las obras realistas; para Borges, lo contrario es históricamente cierto.

Utilizando la paradoja, los escándalos lógicos y los dilemas, produce sus narraciones a partir de una estructura en abismo, como El Aleph, un punto que incluye todos los tiempos y todos los espacios, desafiando a la percepción.

“El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde(…), vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra…”

Cajas chinas, muñecas rusas, un universo que se pliega sobre sí mismo, paranoico, como una pesadilla racional, interminable.

No hay lugares seguros, estáticos, incluso la memoria es presa de la incertidumbre o peor aún, de la totalidad; la vida es una serie de múltiples reflejos de la vida, la identidad es una nota que alguien inserta  al pie de página.

En “La lotería de Babilonia”, la función del estado es la de inventar y construir una memoria incierta y una experiencia impersonal:

“También hay sorteos impersonales, de propósito indefinido: uno decreta que se arroje a las aguas del Éufrates un zafirote Taprobana; otro, que desde el techo de una torre se suelte un pájaro; otro, que cada siglo se retire (o se añada) un grano de arena de los innumerables que hay en la playa. Las consecuencias son, a veces, terribles.”

(…)“El ebrio que improvisa un mandato absurdo, el soñador que se despierta de golpe y ahoga con las manos a la mujer que duerme a su lado ¿no ejecutan, acaso, una secreta decisión de la compañía?
Borges supone que, incluso, el tiempo puede ser una falacia, y que ningún hombre sabe realmente quién es.

“…Ya en las memorias un pasado ficticio ocupa el sitio de otro, del que nada sabemos con certidumbre, ni siquiera que es falso.”
Los relatos borgianos permiten ver una fisura en la realidad, en la rutina cuya “falsa” seguridad se desmorona.

En este sentido,  Borges produce una literatura fantástica que se vale de ficciones, no para evadirse sino para expresar una visión más honda y compleja de la realidad. Así, a través de las metáforas, el escritor quiere trascender las observaciones superficiales del realismo. Pero no existe algo así como un territorio gratuito, por el contrario, la literatura fantástica requiere “más lucidez y rigor”, “más auténtica exigencia de estilo”, que la copia de la realidad.

Para el  escritor alemán, W.G.Sebald, “Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius, “va trazando un melancólico paseo entre las ruinas muy reales de los imperios económicos y culturales de Occidente”. Y cita a Borges como una referencia ineludible para una literatura donde “el refinamiento acompaña el catálogo de horrores perpetrados en nombre del progreso, de la justicia, de la libertad…”

De acuerdo con Borillo, “Casa Tomada” de Cortázar, y “Ragnarok” de Borges, difícilmente podrían ser calificados de textos políticos, aún cuando admitan una lectura política, en tanto estos autores nos muestran solamente “los efectos de algo que no se describe: el que lee debe suponerlo, y en ese supuesto está lo político, casi siempre como amenaza, como oscura Némesis, como poder ciego, como Terror, como violación. Lo histórico- en estos casos- está eludido; no sus efectos.”

También Beatriz Sarlo sostiene que los cuentos fantásticos de Borges pueden ser leídos desde varias perspectivas, una de ellas es lo que en un sentido amplio llamamos historia contemporánea, y la otra es la perspectiva filosófica.

“Aunque Borges siempre trató de preservar su literatura como espacio libre de pasiones inmediatamente políticas, excepto en el caso de dos o tres relatos suscitados por el peronismo, sus cuentos de los años treinta y cuarenta pueden ser leídos como una respuesta hiperliteraria no sólo a procesos europeos, donde el surgimiento del fascismo y la consolidación de un régimen comunista en URSS preocupaba a todos los intelectuales liberales, sino también a las desventuras de la democracia en Argentina, escindida por golpes militares, y a la masificación de la cultura en una sociedad donde la modernización parecía no haber dejado nada en pie.”

    ¿La refutación de la realidad, la negación del tiempo,  son elementos que no sirven a la hora de pensar la acción política?

Ya lo creo que sirven. Igualmente, las alegorías nos ayudan a interrogarnos sobre nuestra propia identidad o, mejor dicho, nuestra incompletud, nuestra multiplicidad irredenta; las paradojas borgianas  nos revelan  lo que está cambiando y nos está desgarrando por dentro y, por último, la igualdad metafísica entre los hombres nos insta a ejercer  la reflexión crítica sobre las condiciones de nuestra propia existencia.

Finalmente, lejos de ser un juego de artificios, gratuito y banal, la literatura fantástica de Borges apela a un compromiso tan hondo que sólo se revela en el desenmascaramiento tanto de su escritura como de nuestra manera de leerlo.

 María Gabriela Caminos es una escritora argentina, Licenciada en Lenguas Modernas y Literatura.

Bibliografía:


Sarlo, Beatriz. Borges, un escritor en las orillas. Compañía Editora Espasa Calpe Argentina. Buenos Aires, 1995.
Borges, Jorge Luis.  Obras Completas. Emecé. Buenos Aires, 1974.
Borges, Jorge Luis. Arte Poética. Crítica. Barcelona, 2001.
Borello, Rodolfo. El Peronismo (1943-1955) en la Narrativa Argentina. Ottawa Hispanic Studies. Canadá, 1991.

Fuente : La Gran Época 14/06/2016

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