sábado, 30 de julio de 2016

Borges y el avance de los experimentalistas en economía




La implementación de pruebas permitió el desarrollo de muchas disciplinas, pero recién ahora se da en cuestiones económicas; el desafío es instalar una evaluación sistemática

El perro que les ladra a todos los autos que pasan está convencido de su efectividad: jamás ningún auto se detuvo tras sus ladridos. El gobierno de turno cree que todo lo bueno es obra de su gestión y que lo malo es causa del azar o de la oposición, que no hace más que poner palos en la rueda. Y exactamente lo contrario opinan los opositores, cargando todo lo malo a la inoperancia del gobierno.

Creer que porque una cosa se mueve con otra implica la causa es un razonamiento erróneo conocido como falacia de la correlación, y puede conducir a disparates tales como creer que los paraguas hacen llover (¿o no es cierto que cuando la gente los usa llueve?) y, peor aún, a proponer absurdas medidas de política, como repartir paraguas en regiones con sequía.

¿Es cierto que jugar al básquet hace crecer a la gente o es que los altos lo practican y los petisos se autoexcluyen? ¿Estudiar inglés conduce al éxito, o son otros factores los que llevan tanto a estudiar un segundo idioma como a ser exitoso? ¿Fue efectiva la Asignación Universal por Hijo (AUH)? La evaluación de las relaciones "causa y efecto" está en el corazón de la ciencia y afecta tanto a cuestiones mundanas como de política social. Y sin el cuidado suficiente es fácil caer en conclusiones y propuestas absurdas, como la de los paraguas para provocar lluvia.

En su magistral cuento El jardín de los senderos que se bifurcan, Jorge Luis Borges plantea un laberinto en donde conviven "una infinita trama de tiempos que se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran" y que "abarca todas las posibilidades". En este mundo coexisten Mateo, que decidió jugar al básquet, y él mismo habiendo optado por el futbol. También la Laura que terminó la Cultural Inglesa y la que ni siquiera la empezó, y la familia Ibáñez que recibió la AUH y la que no. En el laberinto borgeano convivimos los que somos y también los que pudimos haber sido, como en la película Volver al futuro.

El laberinto de Borges facilita la tarea de la evaluación de políticas, porque podríamos comparar directamente el derrotero de una familia a quien se le asignó la AUH con exactamente la misma familia pero que no la recibió, ya que ambas coexisten en el increíble mundo de don Jorge Luis.

La realidad es mucho más difícil, ya que sólo una de las circunstancias es observable; no es posible observar a una persona que tomó un antigripal y a la misma pero que no lo hizo; es uno o el otro y jamás los dos. ¿Y no podríamos comparar a la familia Ibáñez, que recibió la AUH, con los Vattuone, que son vecinos y no la recibieron? No, porque posiblemente ambas familias difieren en bastante más que haber recibido o no la AUH -empezando por el origen español de la primera y el italiano de la segunda- , y ya estaríamos comparando peras con manzanas.

El diseño de experimentos es uno de los grandes logros de la ciencia moderna. Su esencia consiste en diseñar un contexto que aísle el canal a través del cual una cosa afecta a la otra. En este sentido, un agrónomo asigna fertilizante a una parcela y no a la otra, pero garantizando que ambas tengan la misma cantidad de luz o agua, de modo que luego del experimento las diferencias en el crecimiento de las plantas se deba fundamentalmente al fertilizante. El experimento es un intento de reconstruir el laberinto borgeano: si está bien diseñado es como si una parcela fuese exactamente la otra, salvo por el fertilizante.

La implementación de experimentos bien diseñados ha permitido avanzar a pasos agigantados a las ciencias tradicionales como la medicina o la biología, y, con el rezago esperable, esa práctica ha cobrado relevancia reciente en la economía. Un ejemplo icónico es el caso del programa Progresa (ahora llamado Oportunidades), el plan de alivio de la pobreza más importante de América latina, llevado a cabo por México y con un alcance de más de cinco millones de hogares. En su primera etapa, su componente rural fue implementado en 506 aldeas rurales, de las cuales 320 fueron elegidas al azar para recibir el plan.
Diseños para pruebas

Este diseño experimental -idéntico en espíritu al ejemplo de los fertilizantes- permite evaluar con precisión la efectividad del plan, aislándola de otros factores concurrentes que podrían haber contaminado el resultado. Otro caso es el influyente estudio de los profesores Edward Miguel y Michael Kremer (de las universidades de Berkeley y Harvard, respectivamente) sobre un programa de tratamientos antiparasitarios en alumnos de 75 escuelas rurales en Kenia, mostrando que esas intervenciones tienen un fuerte impacto positivo en las tasas de presentismo escolar.

La asignación aleatoria es la característica central de este tipo de estudios, y es lo que permite una comparación válida entre quienes se benefician de un programa y quienes no, ya que si su asignación es al azar, luego de su implementación los resultados deberían deberse fundamentalmente a sus efectos y no a otros factores.

El enfoque experimental tuvo un profundo impacto en el diseño y evaluación de políticas destinadas a la reducción de la pobreza en la mayoría de los países en desarrollo, y es de prever que tenga una influencia similar en la Argentina.

El reciente libro de Esther Duflo y Abhijit Banerjee (Pensar la pobreza) es un vehemente alegato a favor de la implementación de programas de combate a la pobreza focalizados en acciones concretas (desparasitación, prácticas nutricionales o sanitarias, etcétera), siempre acompañados de etapas de ensayo y evaluación experimental, y que tiene una enorme influencia en organismos internacionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El Poverty Action LAB del prestigioso MIT, liderado por Duflo y Banerjee, es algo así como el "brazo armado" de la implementación de programas de reducción de la pobreza sobre la base de rigurosos estándares de implementación y evaluación experimental.

Claramente, el enfoque experimental no está exento de detractores, cuyas críticas van desde la mismísima dificultad ética de experimentar con cuestiones sociales hasta las dudas acerca de la relevancia de extrapolar resultados de una región a otra. Angus Deaton, el flamante Nobel de Economía en 2015, ha expresado claramente sus reparos en relación con la visión experimental.

El compromiso de "pobreza cero" asumido por la actual gestión pone a las políticas sociales en el centro del debate, a tal punto que la AUH es uno de los muy pocos elementos de continuidad con el gobierno saliente. Más allá del debate sobre la relevancia del enfoque experimental, de lo que no existen dudas es de la importancia de instalar una cultura de la evaluación sistemática de las políticas. Éste es uno de los mayores desafíos que deja la gestión anterior y que enfrenta el actual gobierno.

El autor es profesor de la Universidad de San Andrés e investigador principal del Conicet
Fuente : La Nacion

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