domingo, 25 de junio de 2017

Sueños y Sombra, Borges y Jung


Por el Lic. Sergio Herchcovichz
                

No es la intención de este trabajo realizar un análisis literario acerca de la Obra de Jorge Luis Borges, ni sobre su vida personal; sino presentar al lector una serie de imágenes e ideas que aparecen en los escritos del autor y que se relacionan íntimamente, con algunos presupuestos, aportados por el psiquiatra y psicólogo suizo Carl G. Jung, acerca de lo que sucede en los seres humanos en general y en los poetas en particular.

Quién conozca o haya leído algunos o muchos de los escritos de Borges, habrá notado que ciertas temáticas, que preferiríamos denominar imágenes, se reiteran.

En esta oportunidad nos ocuparemos de algunas de ellas, el Sueño, la Sombra, el Laberinto y el Centro (o Sí Mismo en términos de Jung).

Carl G. Jung luego de tener una estrecha relación con Sigmund Freud como discípulo dentro del movimiento psicoanalítico, comenzó a desarrollar sus propias ideas, siendo algunas de ellas descubiertas en su experiencia terapéutica con sus pacientes y otras a través del contacto y conocimiento de su mundo interno.

Entre otras temáticas aportó las siguientes ideas:

La idea de Inconsciente Colectivo que caracterizó como: "una capa psíquica común a todos los humanos, formada en todos por representaciones similares (que se han concretado a lo largo de las edades en los mitos). No es este producto de experiencias individuales; es innato en nosotros, al igual que el cerebro diferenciado con el que venimos al mundo. Esto equivale simplemente a afirmar que nuestra estructura psíquica, del mismo modo que nuestra anatomía cerebral, lleva en sí las huellas filogenéticas de su lenta y constante edificación, que se ha extendido a lo largo de millones de años. Nacemos, en cierto modo, en un edificio inmemorial que nosotros resucitamos y que se apoya en cimientos milenarios. Hemos recorrido todas las etapas de la escala animal; nuestro cuerpo tiene numerosas supervivencias de ellas: el embrión humano presenta, por ejemplo, todavía branquias; tenemos toda una serie de órganos que no son sino recuerdos ancestrales; en nuestro plan de organización, estamos segmentados como gusanos, de los que poseemos también el sistema nervioso simpático. Así, llevamos en nosotros, en la estructura de nuestro cuerpo y de nuestro sistema nervioso, toda nuestra historia genealógica; ello es cierto también para nuestra alma, que revela asimismo las huellas de su pasado y de su devenir ancestral. Teóricamente, podríamos reconstruir la historia de la humanidad partiendo de nuestra complexión psíquica, pues todo lo que existió una vez está todavía presente y vivo en nosotros. El simpático es algo más que un recuerdo sentimental de una existencia paradisíaca: es un sistema que existe y vive en nosotros, que continúa viviendo, funcionando y trabajando, como lo hacía en tiempos inmemoriales. En la esfera psíquica, el inconsciente colectivo está constituido por un conjunto de supervivencias"

"…Contiene formas antiguas y universales de representación de la humanidad, son tanto sentimiento como pensamiento, son dueñas de algo así como una vida autónoma y por ende similar a almas parciales. Dichas imágenes o configuraciones son los denominados arquetipos. Los arquetipos son el resultado de la acumulación de las experiencias de idéntica naturaleza. Habitualmente se presentan proyectados en objetos, ideas, personas e imágenes en general."

Suelen manifestarse en sueños, fantasías, mitos, cuentos, leyendas y expresiones artísticas.

Dentro del extenso marco de ideas colectivas rescataremos, como mencionamos anteriormente, la imagen del Laberinto y del Centro o Mandala, y observaremos la importancia que los sueños ejercieron sobre Borges en su labor literaria.

Un primer ejemplo de lo mencionado lo encontraremos en el siguiente escrito de Borges denominado "Alguien sueña" Del cual extraemos el siguiente párrafo: "¿Qué habrá soñado el Tiempo hasta ahora, que es, como todos los ahoras, el ápice? Ha soñado la espada, cuyo mejor lugar es el verso. Ha soñado y labrado sentencia, que puede simular la sabiduría. Ha soñado la fe, ha soñado las atroces Cruzadas. Ha soñado a los griegos que descubrieron el diálogo y la duda…"

Y en su última línea sostiene: "…Ha soñado que Alguien lo sueña" O como nos revela en el poema Inferno, V, 129 "Otro libro hará que los hombres, sueños también, los sueñen."

Quizás estos escritos resumen en gran medida aquello que mencionábamos como Inconsciente Colectivo en Jung, un reservorio de ideas, imágenes, sentimientos etc., perteneciente a toda la humanidad, donde el mundo del sueño y el real se confunden y funden.

Los sueños representan para Jung la vía más directa de contacto con los Arquetipos, teniendo en cuenta que consideraba a los sueños como una autorrepresentación espontánea de la situación actual de lo inconsciente expresado de manera simbólica. Pero este modo de expresión no sólo sucede en los sueños, también en la obra de arte poética, donde el autor, dice Jung, tiene un modo visionario de crear, es decir el poeta es instrumento de las expresiones del Inconsciente Colectivo.

Una característica fundamental del Arquetipo es que éste, de algún modo, toma a la persona. Es decir, al pertenecer a un estrato irracional, su modo de expresión es abrupto, sorprendente y abarcativo. Jung señalaba "nosotros no tenemos a los Arquetipos, ellos nos tienen a nosotros" Por su parte Borges indica en el prólogo del libro "Los Conjurados" de 1985: "En este libro hay muchos sueños. Aclaro que son dones de la noche o, más precisamente, del alba, no ficciones deliberadas" Es decir, denota que sus textos son expresiones involuntarias, patrimonio de los sueños y la noche, en términos de Jung: productos del inconsciente. Pasemos a observar ahora la significación simbólica que posee, la imagen del laberinto y denotar cómo se expresa en Borges: En términos generales "el laberinto", es símbolo de un sistema de defensa que anuncia la presencia de algo precioso o sagrado. Tiene la función religiosa de defender contra los asaltos del mal. El centro que protege el laberinto está reservado al iniciado, aquel que a través de las pruebas de iniciación se ha mostrado digno de acceder a la revelación misteriosa. Una vez alcanza el centro, está como consagrado; introducido en los arcanos, está vinculado por el secreto. El laberinto conduce también al interior del sí mismo, hacia una suerte de santuario interior y oculto donde reside lo más misterioso de la persona humana.

Borges lo expresa del siguiente modo en un párrafo de su cuento "La casa de Asterión": "No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo" El cuento hace referencia al Laberinto de Creta y Asterión o Asterio, que es el nombre del Minotauro. O en el texto El Go (la cifra pag. 87) donde señala: "…agradezco a mis númenes esta revelación de un laberinto que nunca será mío" Númen es el nombre que otorga Jung al componente afectivo y emocional que transmite el arquetipo. El arquetipo no sólo es imagen, también es energía es decir emoción, su carácter numinoso. Esa emoción es la que traslada a Borges al laberinto interior. De igual manera en "El hilo de la fábula" (Los conjurados, pag. 57): "Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad"

Volviendo a la temática del sueño, mencionamos antes como las imágenes son transmisoras de lo más profundo de nuestro psiquísmo, Jung en referencia a la función que cumplen los sueños nos informa: "La función general de los sueños es intentar restablecer nuestro equilibrio psicológico. Eso es lo que llamo el papel complementario (o compensador) de los sueños en nuestra organización psíquica" Qué sucede al respecto en el poeta, siguiendo lo postulado, podríamos afirmar que si su producción es inconsciente, entonces es equivalente al Sueño y por lo tanto cumple la misma función. Ejemplifiquemos lo expuesto en el siguiente párrafo de una poesía de Borges denominada "El sueño":

"…La noche quiere que esta noche olvides tu nombre, tus mayores y tu sangre, cada palabra humana y cada lágrima, lo que pudo enseñarte la vigilia,…"

Jung además señala que el mundo de lo Inconsciente es como otra vida que vivimos, todo ser humano vive en dos mundos al mismo tiempo, el de la consciencia y el vasto mundo inconsciente. Borges por su lado nos señala este mismo aspecto al citar permanentemente la idea de ser soñado por alguien, como ya expusimos en "Alguien sueña" o también en el cuento "Las ruinas circulares" que culmina con la siguiente línea: "Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo"

El sueño nos conecta con la profundidad, con la eternidad universal inconsciente que nos atraviesa, con lo más íntimo y míticamente sagrado en "La escritura del Dios" Borges señalaba: "No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta lo infinito, que es el número de los granos de arena. El camino que habrás de desandar es interminable y morirás antes de haber despertado realmente"

Otra temática frecuente en la obra de Borges es la imagen de la "Sombra", para Jung la "Sombra" es aquella área de nuestra personalidad que permanece oculta ante los ojos de la conciencia. El espacio personal que resguarda todo aquello que, por razones de adaptación, debimos ocultar al mundo En Borges encontramos al respecto la siguiente alusión en el poema "Son los ríos": "…Somos el vano río prefijado, rumbo a su mar. La Sombra lo ha cercado…"

También en el poema "La joven noche": "…Ya la sombra ha sellado los espejos que copian la ficción de las cosas…" Cuando Jung se refería a la "Sombra" como el componente inferior de la personalidad, destacaba que en ese aspecto quedaba oculto todo aquello que no era conveniente exponer en un momento dado de nuestra vida, o aquellos aspectos que no toleramos en nosotros mismos y que si reconocemos fácilmente en los demás.

Muchos sostienen que el tema de la sombra en Borges tiene relación con su ceguera, pero esto, si bien se observa en alguno de sus escritos, no tienen ese sentido en otros como los mencionados, donde refiere a la Sombra no como la oscuridad, sino como el reflejo de aquello que nos acontece en la vida y que no reconocemos en nosotros. Cuando Borges en su poema Elogio de la Sombra nos menciona:

"…Esta penumbra es lenta y no duele; fluye por un manso declive y se parece a la eternidad. Mis amigos no tienen cara, las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años, las esquinas pueden ser otras, no hay letras en las páginas de los libros. Todo esto debería atemorizarme, pero es una dulzura, un regreso…"

Se podría suponer que solo refiere a su penumbra personal, pero el lenguaje simbólico abarca mucho más que la noción exclusivamente personal y nos transporta al mundo universal, al "regreso" como leímos en Borges, un regreso al mundo interno, al mundo de las imágenes, al encuentro consigo mismo al de los arquetipos. Al igual que Edipo que luego de quedarse ciego, se convirtió en sabio, o al de su antecesor Tiresias quién le interpretó el oráculo que convirtió al mismo Edipo en rey, Borges se transforma en un transmisor de imágenes universales internas merced, quizás, a su ceguera. Por eso Carl G. Jung, propuso que el primer paso en el análisis sea atravesar la propia Sombra: "El encuentro con uno mismo, al principio, es el encuentro con la propia Sombra. La Sombra es un pasaje, una puerta estrecha y no hay forma de bajar al pozo profundo sin sufrir el dolor del angostamiento que implica cruzarla".

El poeta (Borges) cruza esa puerta estrecha a través de sus escritos y nos ayuda, a los lectores, a sentir ese pasaje que, nos aturde al comienzo, y nos libera después.

En relación a la creación literaria Jung nos decía: "Todo ser creativo es una dualidad y una síntesis de rasgos paradójicos. Por una parte es personal - humano, por otra constituye un proceso impersonal y creativo" "Como persona puede tener caprichos, deseos y fines propios, pero como artista en cambio es "hombre", en un sentido más elevado, un hombre colectivo, portador y conformador del alma inconsciente de la humanidad" "Como artista debe entenderse al poeta desde su acto creador."

De allí, que por último, analizaremos un símbolo de frecuente aparición en Borges, el símbolo del Centro o totalidad. Para ello primero explicaremos que significaciones puede tener este símbolo desde la óptica de Jung y atenderemos su manifestación en la obra Borgiana. Jung hizo referencia sobre la aparición frecuente en diferentes personas de una imagen de centralidad que prefirió conceptualizar como Mandala, atendiendo que esta figuración, representa en oriente, un instrumento de contemplación, meditación y de orden. Señaló que es observable sobre todo en los niños y en la esquizofrenia, o en cualquier etapa de desorden o caos interno. Al parecer el Mandala, como Símbolo del Sí mismo, promueve el equilibrio a partir de su orientación central. El Sí mismo para Jung es el centro del campo de toda la psique, una suerte de personalidad de orden interno que regula el equilibrio psíquico; además representa el arquetipo de la totalidad, que reúne características universales y ordenadoras.

¿Cómo se manifiesta este símbolo en Borges? En el poema "Blake" escribe:

"¿Dónde estará la rosa que en tu mano prodiga, sin saberlo, íntimos dones? No en el color, porque la flor es ciega, ni en la dulce fragancia inagotable, ni en el peso de un pétalo. Esas cosas son unos pocos y perdidos ecos. La rosa verdadera está muy lejos. Puede ser un pilar o una batalla o un firmamento de ángeles o un mundo infinito, secreto y necesario, o el júbilo de un dios que no veremos o un planeta de plata en otro cielo o un terrible arquetipo que no tiene la forma de la rosa."

El Símbolo de la rosa, es muy conocido en distintos pueblos y culturas como representación de la totalidad, equivalente a la flor de loto en oriente. En el poema "La trama": nos señala "Las dos son piezas de la trama que abarca el círculo sin principio ni fin…"

Esta analogía está relacionada con lo que los alquimistas denominaban la cuadratura del círculo, o el círculo en el cuadrado, o la representación de aquello que el filosofo alquimista Gerardus Dorneus postulaba como "Unus mundus" o mundo único, un mundo de pura potencia, donde está todo contenido, como en el cuento "El Aleph" donde Borges nos enfrenta con la siguiente escena:

"En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda… … vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo."

Allí como en "Las ruinas circulares" (op.cit.), o en "El espejo de tinta", todo el universo aparece concentrado en un punto, esfera, un breve espacio, una "trama" que implica volverse uno con el todo. O como en "La escritura del Dios": "…El éxtasis no repite sus símbolos; hay quien ha visto a Dios en un resplandor, hay quien lo ha percibido en una espada o en los círculos de una rosa. Yo vi una Rueda altísima, que no estaba delante de mis ojos, ni detrás, ni a los lados, sino en todas partes, a un tiempo…"

Ese tiempo... primordial, mítico, inconsciente, tiempo sin tiempo que nos involucra en el presente de nuestra consciencia, y que conecta al poeta, a través de su acto de creación con lo primigenio. A palabras de Jung "Ese volver a sumergirse en el estado primigenio de la Participation Mystique (Participación Mística, concepto de Levy - Bruhl) es el secreto de la creación artística y sus efectos, pues en este nivel de la vivencia ya no es el individuo quien experimenta, sino el pueblo, y ya no se trata allí del bienestar o del dolor del individuo, sino de la vida del pueblo"

Para finalizar cabe señalar que Borges nos invita, a través de su obra, a conectarnos con esa profundidad primitiva y humana cuando las estrellas de la noche nos lleven a sentir la inmensidad y el encuentro con nosotros mismos, como el propio autor nos enseña: "¿Quién serás esta noche en el oscuro sueño, del otro lado de su muro?"

Fuente : Centro Jung de Buenos Aires




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